Viena
Si por algo se caracteriza Viena es por su arquitectura. Su centro histórico alberga una gran variedad de jardines y monumentos arquitectónicos, principalmente palacios barrocos, así como el conjunto de la Ringstrasse, que data de fines del siglo XIX.
Viena se fue desarrollando desde los primeros asentamientos celtas y romanos en su territorio y a través de la construcción sucesiva de la ciudad medieval y la barroca, hasta convertirse en la capital del Imperio Austrohúngaro. La ciudad ha desempeñado un papel fundamental como centro importante de la música europea y su nombre va asociado a grandes compositores, desde el clasicismo vienés hasta la música de principios del siglo XX.
Viena, la capital de Austria, ha sido por décimo año consecutivo la ciudad con mejor calidad de vida del mundo después de Zúrich (Suiza), Vancouver (Canadá), Múnich (Alemania) y Auckland (Nueva Zelanda), de acuerdo con la consultura Mercer, donde se tiene en cuenta la calidad de vida de unas 500 grandes ciudades de todo el mundo y evaluando criterios como el entorno social, entorno económico, cultural, médico, político, educativo, calidad de los servicios, ingraestructuras y transporte.
Viena es una ciudad monumental. El casco histórico es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Los cafés de Viena tienen una oferta muy variada más allá de lo tradicional.
Uno de los cafés más típicos es el Melange. Este tipo de café vienés es lo más parecido a un capuccino pero lleva más espuma. Por otra parte, el Kaffe Verkehrt, es un café suave servido en un vaso que lleva más leche que café. De hecho, la palabra “verkehrt” significa al revés.
El Eiskaffee se trata de un doble espresso servido con helado de vainilla y nata montada. Otra opción aún más deliciosa es el Fiaker: mocca con algo de ron o coñac, nata montada y una cereza marrasquino.
El Kaffee Sobiesky es un doble expreso que se sirve con miel y va acompañado con un vaso de vodka. El Franz Landtmann Kaffee (especialidad del Landtmann), consiste en un expreso doble con un toque de brandy y licor de café, con nata montada y una pizca de canela.
Te puedo recomendar desayunar en cualquiera de los múltiples cafés que tiene la ciudad, pero yo te recomiendo el Café Central, una cafetería que está ahí desde 1860. El edificio, neorenacentista, se encuentra en el distrito 1 de la capital austriaca, exactamente en el 14 de la calle Herrengasse. Por ell Palais Ferstel, como también se le conoce, han pasado revolucionarios como Trotsky, psicoanalistas como Freud y escritores como Polgar, Zweig y Altenberg
En el Palacio Imperial, junto a la entrada del Museo Sisí y de los Apartamentos Imperiales, se sitúa el Café Hofburg (Hofburg / Innerer Burghof). En su carta de bebidas aparecen el café Sisi, con mucha espuma de leche, el café María Teresa,con licor de naranja y nata batida y el café Mozart, doble moca con licor de Mozart, almendras en polvo y nata batida. Muy buen lugar, de hecho solo estar admirando los recuerdos de la Emperatriz Sissi lo predispone a uno para disfrutar del ambiente de este café, todo está acorde. Exquisito lo que consumimos por un precio a la vez lógico. Amable la atención y donde se respira una exquisita serenidad. Un pequeño lujo.
En 1873 abre sus puertas el Café Landtmann (Dr. Karl Lueger Ring 4) considerado por muchos como el más elegante de Viena. Cosmopolita y típicamente vienesa. Encontrarás especialidades de café , pasteles y tartas frescas todos los días, así como los platos más populares de la cocina vienesa y austriaca. Peter Altenberg, Sigmund Freud, Gustav Mahler, Max Reinhardt, Marlene Dietrich, Romy Schneider, Burt Lancaster, Hillary Clinton o Paul McCartney han sido algunos de sus clientes más célebres. Dicen que Freud rehuía de la vida social. Nunca iba a fiestas y no se le veía en reuniones, sin embargo, se encontraba frecuentemente con un grupo de amigos en el Café Landtmann, siempre sentado en el mismo lugar.
En la cercanías de La Secesión, el Café Museum (Operngasse 7-Karlsplatz) es uno de los establecimientos de su rama más tradicionales de Viena. Tras una serie de reformas su aspecto se ha vuelto a asemejar al que tenía en sus orígenes. Ofrece una buena selección de dulces artesanales bohemios y austriacos. Según Loriot, le aseguramos: una vida sin deliciosos pasteles y pasteles es concebible, pero no tiene sentido, así es que si quieres darte un gusto, sentarte y disfrutar de la auténtica pastelería, no te puedes perder esto.
Café Sacher (Philharmoniker- Strasse). Este hotel y café fue una de las localizaciones de El tercer hombre. Su interior te hace viajar a tiempos pasados, su atmósfera te hará sentir un auténtico emperador. Cuenta con una terraza donde disfrutar su postre por excelencia: la tarta Sacher -elaborada con bizcocho de chocolote, una capa de mermelada de albaricoque y recubierta de un glaseado de chocolate negro. Además sirven el licor Sacher original –un licor de chocolate con albaricoque de sabor exquisito.
En el Café Hawelka (Dorotheergasse 6), El interior de este café fue diseñado por Adolf Loos en los años 30. Durante la II Guerra Mundial no sufrió daños en su arquitectura y fue refugio de literatos y artistas de vanguardia, sirven los Buchteln elaborados a base de bizcocho relleno de mermelada de ciruela y cubiertos de azúcar. Si quieres codearte con artistas, literatos, críticos y gentes de las artes, este podría ser el mejor lugar.
El encanto que nos brinda la ciudad encumbra los sentidos pese al frío. La ciudad mantiene un cariz eminentemente imperial. Austria es, de hecho, uno de los pueblos más arraigados de la vieja Europa y su tradición, cultura y forma de vida ha prevalecido en el tiempo contra viento y marea.
Desde la era napoleónica hasta la reconstrucción de la ciudad tras la II Guerra Mundial, la ciudad ha conservado – a veces a duras penas – su carácter de ciudad-imperio. Sus enormes avenidas, palacios y construcciones configuran hoy un entramado de calles que bien recuerdan a un museo al aire libre, en las que sentirse aún en medio de una auténtica corte real.
En invierno, la nieve es muy habitual y cubre con su tapiz blanco cada rincón de la ciudad. Si bien a lo largo del año las temperaturas son moderadas, los meses más fríos rara vez dejan ver temperaturas positivas en los termómetros. Quizá tu viaje coincida con un momento sin precipitaciones en forma de nieve, pero lo que es seguro es que te hará falta un buen abrigo, botas, gorro y guantes. Sin embargo, la ciudad no se aletarga y las ventajas de visitar Viena en estas condiciones son enormes: menos masificación turística y más actividades culturales.
El Palacio Hofburg ha sido durante más de 600 años el lugar de residencia de los Habsburgo. Es un enorme conjunto arquitectónico que abarca una amplia zona, desde los antiguos aposentos imperiales, pasando por varios museos, una capilla y una iglesia, la Biblioteca Nacional Austriaca, la Escuela de Invierno de Equitación, hasta el despacho del Presidente de Austria. es uno de los complejos palaciegos más grandes del mundo. Sus secciones más antiguas datan del s. XIII, y se le siguieron añadiendo nuevas construcciones hasta entrado el s. XX. El Palacio Imperial fue residencia y centro de gobierno de los emperadores Habsburgo hasta 1918. A día de hoy se pueden encontrar numerosos museos que exhiben excepcionales colecciones, la Escuela Española de Equitación, un centro de congresos, la sede de la presidencia austriaca y Heldenplatz, un lugar lleno de historia.
El Palacio de Hofburg, que actualmente es la residencia oficial del presidente de Austria, ha tenido numerosos inquilinos de fama universal, casi todo ellos ligados a los Habsburgo, dinastía que lo ocupó durante 600 años. Dos de los más célebres fueron el propio Francisco José I y su esposa Isabel de Baviera, más conocida como «Sisí». De hecho, una de las visitas más populares del Palacio es el «Museo Sisí», donde se repasa la vida de la Emperatriz desde su inocente juventud en Baviera hasta su trágico asesinato en Ginebra. Mucho más fugaz fue la estancia del Zar Alejandro I, que se hospedó allí durante el histórico Congreso de Viena de 1815. Y más fugaz aún fue la visita de Hitler, que pronunció desde los balcones del Hofburg un célebre discurso en el que se anunciaba el «Anschluss», es decir: la anexión de Austria a Alemania.
Con la misma entrada pueden verse el Museo Sisí, los Apartamentos Imperiales y la Colección de Platería. Las dos primeras visitas son especialmente intensas e interesantes, sobre todo si se alquila la audioguía. El Museo Sisí muestra la vida íntima de la Emperatriz en un recorrido por 6 salas (por cierto, se dice que la Emperatriz odiaba este palacio). Los Apartamentos Imperiales están compuestos por una veintena de habitaciones con decoración y mobiliario original. La Platería, como es de esperar, muestra una enorme colección de lujosos objetos de plata que pertenecieron a los Habsburgo.
Un edificio entre la bruma, el ayuntamiento de Viena, construido entre 1872 y 1883 por Fiedrich von Schmidt, quien fuera el arquitecto de la catedral de Colonia, es el edificio civil de estilo neogótico más importante de Viena.
La altura de la torre es de 97,9 m, sobre la que se asienta el hombre de hierro del ayuntamiento, de 3,40 m de alto con el estandarte de 6 m, que se ha convertido en uno de los símbolos de Viena.
El ayuntamiento fue construido entre 1872 y 1883 y es una construcción magnífica: se utilizaron unos 30 millones de ladrillos y más de 40.000 metros cúbicos de piedra natural. El patio del ayuntamiento, portificado con arcadas, es uno de los patios interiores más grandes de Europa con 2.804 m². La sala de fiestas tiene una longitud de 71 metros, un ancho de 20 metros y una altura de 18,5 metros. Digamos que podrían bailar un vals unas 1.500 parejas.
El ayuntamiento alberga, entre otros, la Biblioteca Nacional y Municipal (con su extensa colección Viennensia) y los Archivos Municipales y Provinciales.
Si tienes pensado en visitar el interior del Ayuntamiento, podrás hacerlo gratis, hay visitas guiadas en los días lunes, miércoles y viernes tomando inicio a las 13:00 horas. Durante el recorrido te hablarán un poco sobre el lugar y su historia que te fascinará. Pero es importante recalcar que en los días que se presenta reuniones o días festivos como es el caso del viernes santo y el 24, 31 de diciembre no se podrá entrar al Ayuntamiento.
La dirección exacta del Ayuntamiento es Friedrich-Schmidt-Platz 1, 1010 Wien, Austria. Ubicado frente al Parque Rathauspark, un reconocido parque del lugar. Para poder llegar existen 2 formas, una de ellas es por medio del transporte privado o taxi que te llevará directamente desde el aeropuerto o desde otra parte de Viena que estés ubicado, es la forma más eficiente y rápida que puedas tomar.
Por otra parte, esta otra manera que es tomando el transporte público del metro U2, hasta hacer una parada en la estación Rathaus, te dejará en Ringstrasse justo al lado de Ayuntamiento, aun así, este método también es rápido dependiendo de la hora que decidas visitar el Ayuntamiento, es recomendable evitar la hora pico que es desde las 11:00 am hasta la 1:00 pm.
Los austríacos son generalmente gente detallista y cívica, características de las que se sienten muy orgullosos. Aunque no llegue al extremo de que te miren mal si cruzas en rojo si no vienen coches (aunque si hay algún policía cerca, sí te pondrán una multa), las normas se suelen respetar. Los coches conducen en general tranquilos y rara vez tocan el claxon para protestar, ni siquiera cuando algún peatón o ciclista temerario comete alguna infracción que los obliga a frenar de forma brusca. Solo es fácil sufrir la ira de un vienés si caminas por encima del carril bici, muchas veces pintado con un par de líneas blancas en la acera y fácil de ignorar para el peatón no acostumbrado. Si vas en bici, debes fijarte en la dirección del carril, pues muchas veces no son de doble sentido y no solo provocarás iras, sino que te pondrás en peligro.
¿Cuál es la mejor época para visitar Viena? Aunque la ciudad tiene un encanto especial durante el invierno, cuando todo está nevado o lleno de mercadillos navideños (en noviembre y diciembre), también es cierto que el turismo con ciertas condiciones meteorológicas (temperaturas bajo cero, muchas veces acompañadas de lluvia) y con pocas horas de luz hará que te lleves una idea equivocada de lo que es Viena. Tendrás una visión mucho más real (y alegre) si la visitas en primavera o verano, cuando está llena de flores y gente por las calles, o en otoño, cuando las temperaturas son aún suaves y puedes incluso disfrutar de uno de los placeres característicos de la ciudad: el heuriger, un vino casero cosechado en los viñedos de las afueras.
Los restaurantes no suelen incluir la propina en el precio, ya que esta se considera un extra si el servicio ha sido bueno. No darla, por lo tanto, podría llegar a verse como una especie de queja, por lo que lo normal es, si has quedado más o menos satisfecho, dejar algo. En cuanto a la cantidad, el estándar es el 10%, pero no pasa nada si se deja menos (o más). En vez de dejar en la bandejita del cambio lo que quieras dar, lo que se hace muchas veces es, al pagarle al camarero, decirle la cantidad que quieres que te cobre, de forma que el cambio es ya sin la propina.
Al pagar en comercios y restaurantes es conveniente llevar siempre algo de dinero en metálico, ya que aunque acepten tarjetas de crédito casi en todas partes, muchas veces hay problemas con las tarjetas extranjeras (si tienes una tarjeta austríaca o alemana -comparten muchos bancos- no tendrás ningún problema). Por otra parte, Viena está llena de cajeros automáticos y en estos sí que aceptan tarjetas de todo tipo, por lo que podrás sacar dinero siempre que lo necesites (contando, claro, con la comisión que te imponga tu banco).
En Austria los días festivos son casi sagrados, por lo que casi no hay ningún comercio abierto. Si tienes alguna emergencia, hay un par de supermercados en en centro histórico y en alguna parada de metro que sí que están abiertos. De todas formas, intenta evitar tener que hacer la compra en domingo o festivo, ya que estos establecimientos suelen ser mucho más caros que los habituales.
La lengua oficial de Austria es el alemán, pero en Viena no tendrás ningún problema para comunicarte en inglés. Desde el conductor de autobús hasta la cajera de supermercado saben lo suficiente (o, por lo general, mucho más que eso) para explicarte cómo funcionan los billetes o cobrarte la compra. Si sabes algo de alemán y te apetece practicarlo, adelante. Es cierto que el acento austriaco es bastante fuerte y muchas veces resulta hasta incomprensible, pero esta diferencia en Viena no es tan marcada como en otros lugares. Si no hablas ninguna de estas lenguas, todo será más difícil, pero te sorprenderá la cantidad de austriacos que hablan castellano, que parece haberse convertido en el idioma de moda.
Otra pequeña costumbre que notarás si vas a casa de alguien es que nada más entrar hay que descalzarse. Esto es bastante habitual en países con nieve (y moqueta) para evitar manchar la casa de barro. Como la mayoría de edificios tienen un sistema de calefacción muy bueno y suelo de moqueta o madera, no pasarás frío. En muchas casas, además, tienen zapatillas de distintos tamaños para los invitados.
Los cafés de Viena
Viena en Navidad
Palacio Hofburg de Viena
Ayuntamiento de Viena
Consejos para viajar a Viena