Parece que hablar de Alemania es sinónimo de hablar de cerveza, sin embargo existe una larga tradición por otra bebida: la sidra.
Desde el siglo XVIII comenzaron a surgir locales dedicados a la venta de Apfelwein, como ellos llaman a esta popular bebida, especialmente en Frankfurt, en el barrio de Sachsenhausen. Éste barrio, que no fue especialmente dañado por la Segunda Guerra Mundial, conserva muchas siderías tradicionales donde se produce y se vende a los clientes, adoquinado de piedra, callejones estrechos y casas escalonadas y con entramados de madera. Además, la ley obliga a que sea la bebida alcohólica más barata en bares, tabernas y restaurantes.
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No hay mal que por bien no venga, y es lo que ocurrió en el siglo XVI. Alrededor de Hessen, hubo un año con un invierno especialmente frío. Los viñedos se dañaron bastante y la industria vinícola comenzó a buscar otra alternativa. Vieron que los manzanos florecían aunque hiciese mucho frío, y comenzó el cambio. En 1638 se creó un Consejo de Regulación de este tipo de fermentación, y en 1754 la primera licencia para producirlo en Frankfurt gravando con un impuesto especial la bebida. Se empezó a vender en las tabernas y para saber dónde se podía encontrar se ponía un ramo de pino colgado en la entrada. Desde entonces éste ha sido el emblema de esta industria. Fue nombrada la bebida nacional para Hessen y hoy existen más de 60 pequeñas y grandes bodegas comerciales de manzanas, que producen 40 millones de litros al año. El día internacional del vino de manzana que se suele celebrar el 3 de junio y se suele considerar como el inicio de la temporada junto con una feria internacional con cada año más concurrentes.
Con el típico gerippte, vaso con un relieve especial para que no se nos escurra de la mano, podemos hacer un tour por estas rústicas tabernas e ir degustando schoppens, como aquí los llaman, o montarnos en el Ebbelwei-Expres, un antiguo tranvía que recorre la ciudad durante una hora, donde se sirve este dorado líquido acompañado de música por 7 euros. Sentados sobre una mesa corrida, con gente variopinta enfrente y a ambos lados podremos pedir como entrante uno de los quesos más curiosos que podréis encontrar: el Handkäse mit Musik, o queso hecho a mano con música.
Para beberla hace falta lo que los lugareños llaman el triángulo mágico:
- Los gerippten, vaso tradicional tallado con una capacidad de 0.3 litros (un shoppe).
- La jarra de cerámica, o bembel.
- La tapa de madera para proteger el preciado líquido, el dekelchen.
El puente Eiserner
Conocido por todos como el Puente de Hierro,- aunque de aceero- contruido en 1868 para unir el casco antiguo con las nuevas construcciones al otro lado de la ciudad, con más de 150 metros. Fue reconstruido después de la guerra, debido a los bombardeos, y se le añadió un ascensor.
Encontramos una inscripción en griego, extraída de la Odisea de Homero: "Navegando sobre el oscuro mar hacia personas que hablan otro idioma”, señal de la buena voluntad de Frankfurt para tender caminos y puentes con sus vecinos.
Y también conocido como "el puente de los candados", lugar tradicional, al igual que otros puentes del mundo, donde los amantes se juran amor eterno y lo simbolizan cerrando este deseo a la par que se cierra un candado y tiran la llave al río. Y ahí quedan, al menos hasta que por razones de seguridad y aludiendo al peso que tanto candado añade al mismo puente, se procede a romperlos y quitarlos.
Una de las cosas mejor que puedes hacer cuando visitas una ciudad es pasear a lo largo del río (por supuesto, si hay uno)); Tiene una manera de ver la ciudad desde diferentes perspectivas. Frankfurt No decepciona desde este punto de vista, tiene un horizonte único de su tipo para una ciudad europea, ver los rascacielos que brotan desde lo alto del río es algo un poco inusual para ser visto en nuestras ciudades.
Por eso, una manera diferente y preciosa de conocer Frankfurt es montar uno de los barcos que recorren de arriba abajo el río Meno.
La ciudad se extiende fundamentalmente a lo largo de sus orillas de modo que es una manera perfecta de ubicarse y entenderla. Los barcos parten del puerto de Eisernen Steg y desde ahí puedes elegir la ruta que más te apetezca. La primera de ellas te llevará hasta el histórico puerto de Westhafen, en dirección a Griesheim, uno de los pulmones económicos de la ciudad. La otra opción es navegar en dirección contraria hasta el puerto oriental de la ciudad y la zona de Gernermühle. Una de las opciones es desembarcar en este punto y recorrer la ciudad a partir de este punto. Ambos recorridos tienen una duración aproximada de 50 minutos.
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Pedro Arroyo